miércoles, 15 de septiembre de 2021

No hay caminos rectos

 Hoy es un día de paso atrás. 

El corazón ha vuelto a ir más deprisa, la cabeza ha vuelto a aturullarse, mis piernas a bloquearse y el miedo o no sé qué se ha interpuesto en la calle como una pared que me ha obligado a retroceder.

Pasar de la exaltación a la tristeza, de la euforia a la depresión, de planes de futuro al temor y la inseguridad. Es más falta de confianza que inseguridad.

Ayer soñaba con doctorados, Master de Adaptación al Profesorado, con distintas salidas laborales.

Ayer fantaseaba con colgar mis reportajes, con retomar un blog olvidado y oxidado y darle forma y contenido. Hoy me siento absolutamente incapaz.

Ayer me sentía fuerte tras cuatro días en casa sin Patricia. La tarde se hizo eterna, sin ideas claras, con una nube por mentalidad, sin firmeza para poder dar a Mario lo que precisaba. Y oscureció demasiado pronto, y las pesadillas me despertaban y agitaban mi cuerpo, y era más una crisis nerviosa que de ansiedad. Unos nervios que no han parado y que hoy me impiden progresar. Paciencia, Iván. Paciencia. Hoy es el día de sentarse y esperar. No pensar en cuántas cosas quiero hacer, en lo rápido que avanzan las mañanas, en los proyectos que no abordo, en el curso que me obsesiona y me preocupa, en la vuelta a trabajar. Paciencia. Hoy es un día para sentarse y respirar. Ya volverán los días en los que la ansiedad y el miedo no estén presentes, en los que no te sientas inútil e incapaz sin tan siquiera haberlo intentado.

Ya vendrán.

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