viernes, 3 de septiembre de 2021

No ser.

 Quisiera no ser. Fui feliz cuando no fui. Cuando nadie esperaba nada de mí, cuando no tenía que ser lo que siempre era, cuando no me exigía ser de ninguna manera.

Quisiera no ser. No ser lo que soy, ni decir lo que digo ni lo que maldigo, y poder callar ante el estruendo y sólo hablar cuando lo necesite. Quisiera no ser una expectativa, una obligación, sin llegar a ser traición.

Quisiera poder sentirme libre de miradas, primero de la mía. De juicios, principalmente del mío. Y sólo hablar a veces y sólo actuar a veces. Y no sentir la culpa ni el imperativo.

Quisiera no ser, que este yo desaparezca y que nadie espere al yo anterior, ni quiera nada antiguo del nuevo yo, aunque siga todo presente. Quisiera desprenderme de etiquetas, de las que me han colocado, de las que me he impuesto. Quisiera que nadie supiera lo que voy a decir, nadie lo esperase, quisiera no forzarme a hablar, dejarme volar y dejarme de una vez en paz. 

Aborrezco este yo tan presente, tan locuaz, tan pendiente de ser lo que se espera de mí, aunque no haya nadie que me espere salvo yo. Estoy cansado de esperarme, del ruido, de mis ruidos, de mis truenos.

Quisiera no ser, desaparecer, reinventarme, ser yo, pero poco.

Fui feliz así. Sonreí cuando lo único que tenía que hacer era no ser, o simplemente ser, cuando las miradas eran puras, limpias, sin prejuicios, cuando yo fui lo que quise ser, no lo que tenía que ser, hasta que salí y he tenido que ser dos personas que no soy o que no puedo mantener todo el rato. 

Quisiera no ser, descansar de mí, de mis miedos a no cumplir, a no ser todo lo que digo ser, a dejarme ser lo que maldigo. 

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