lunes, 11 de octubre de 2021

El mundo tiembla.

Desde mi ventana, se ven las luces de la ciudad temblando, tintineando, como si parpadearan, como si se movieran levemente para quedar en el mismo sitio. La noche cae tranquila. Sólo algunas voces rompen un silencio que huele a ducha, a gel infantil, a croquetas, a la página de un libro, a un televisor encendido. 

Anochece. Una mujer acelera el paso por una calle con farolas apagadas, una adolescente busca el móvil y manda un whatsapp, dos hombres se besan en el banco de un parque, alguien aparta la mirada, otro alguien escribe versos en una pared desconchada, un hombre con su spray dibuja una amenaza, un inmigrante cierra la persiana de su tienda, dos jóvenes sonríen tomando una cerveza en una terraza, un hombre de avanzada edad les pone unas aceitunas, una dependienta cierra su caja, un cajero mira su reloj entre cliente y clienta, un camarero recoge y ata sillas y mesas, un niño juega en la bañera, una chica golpea un balón con todas sus fuerzas, alguien le chilla "Te voy a violar, se nota el tanga, tienes cara de chuparla bien", nadie hace nada, los periódicos hablan del partido de España, nadie escucha el telediario.

Hay unos cordones desatados, una pequeña que corre, un bebé que llora, una mujer se saca el pecho, un padre grita "a casa", una madre se sienta en unas piedras y espera. un perro ladra, un gato se estira y mira fijamente a tus ojos, un hombre se masturba en la ducha. Hay un vagabundo que duerme en una improvisada cama con cartones y trapos, unos imbéciles tiran piedras a su "casa", la pareja ya no se besa en el parque, vuelven apresurados a casa. A lo lejos aún suena "Maricones". 
 Una mujer suspira en el sofá, mientras roza levemente su vulva, un "gorrilla" arrastra los pies y recuenta monedas, una señora recoge su caja con algunos plátanos, algo de fiambre y unos céntimos que han ido cayendo según caía la noche.

No hace frío, pero hay gente que tiembla. Al cruzar la calle, al ver una sombra aproximarse, al oír como se aceleran otros pasos y su corazón, al oír un chiste en la otra mesa del bar, al escuchar "cuántos gitanos" al llegar al ferial, al leer la prensa: “invasión migratoria", "inmigrante ilegal". Nadie escucha el telediario. Alepo, Palestina, Afganistán, Sahara, Colombia, el mundo tiembla en silencio, en nombres olvidados.
Aquí no hace frío, pero hay gente que tiembla. En este barrio, al otro lado de la calle, en esos bloques a los que no se acerca nadie, en esa casa en la que de vez en cuando se escuchan gritos y golpes, en la orilla del mar... Dos personas tiemblan mientras descubren su amor en una playa vacía. Dos personas tiemblan mirando un bote a la deriva, decenas de mujeres, ancianos, niños, niñas, de hombres tiemblan a bordo de una patera, en una casa que tiembla ante el estruendo de bombas, ante leyes que lapidan sus cuerpos y su libertad. 

El mundo tiembla, La Palma erupciona, la lava nos come lenta y armoniosamente, como el odio cotidiano avanzando sin control en cada esquina. 
Ya es completamente de noche. Alguien te espera. Un beso de buenas noches, un cuento, el último abrazo antes del bostezo, una película que compartir, la última canción que escuchar salvajemente antes de hacer el amor o quizá dormirse.
Y yo tiemblo, mis manos tiemblan, mis piernas tiemblan. Al acercarme a ti, al alejarme, al sentir todo el miedo, al no sentir nada, al sentir vértigo, vergüenza y vértigo, culpa y desasosiego. De rabia.

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