martes, 12 de octubre de 2021

Sueños.

 En mis sueños no salen mascarillas. Sueño continuamente, sueño tanto que tengo miedo a dormirme, porque no descanso, porque no hay luz en esos sueños, porque no hay tregua. Sueño con todo lo que temo y temo soñar mientras duermo, porque no lo dejo. Pero en mi sueño no hay mascarillas, y sé que son sueños, pero no puedo dejar de soñar ni de despertar y volver a tener el mismo sueño. Ahora mismo, estoy muerto de sueño pero cerrar los ojos significaría revivir una tormenta de imágenes, una tortura imaginada a la que soy incapaz de ponerle freno. No es real, sé que estoy soñando, pero lo siento todo, y me angustia, y arrastra hasta el resto del día.

Sueño con mis hermanos, con clarividencia absoluta, como si pudiera tocarlos. Sueño que Raúl se ha enfadado conmigo, tan enfadado está que no quiere ni contármelo. Y lloro en el sueño, y me despierto y vuelvo a cerrar los ojos y ahí sigue Raúl, enfadado, cabreado.

Sueño que estoy en el trabajo, que llego tarde, que no entro a tiempo en el boleto, que no salgo de la cabina, que no imprimo la página escrita. Sueño que está ahí Fernando, mirándome como si yo estuviera tonto, diciéndome que no pasa nada, que lo hace él por mí. Sueño que no soy capaz de ponerme ante el micrófono. No sueño con un programa en concreto, sólo sueño que no sé qué escribir, que no llego a tiempo. O que tengo una discusión enorme en la que caigo derrotado, una conversación más pero ante todo el mundo y no en un despacho, en la que me defiendo y lloro, porque no puedo hacer mi trabajo. Y me despierto y vuelvo a cerrar los ojos y estoy ahí atrapado, en aquellas paredes, con la isla de ordenadores tal y como las dejé, con Juanjo y Charo al fondo y yo, perdido y avergonzado.

Sueño que estoy en casa y me despierto y que todo el salón ha cambiado. Y discuto con Patricia que, mientras dormía, había comprado nuevos muebles, un gran sofá azul que cambiaba toda la distribución de la sala, una tele más grande y sillas. Y discutimos y yo me despierto agitado porque sé que es un sueño pero cuando vuelvo a cerrar los ojos allí está ese sofá azul, esa moqueta nueva y Patricia enfadada y yo, molesto y desarmado porque sé que es un sueño pero no puedo despertar.

Sueño. A todas horas sueño. Cuando estoy despierto, pienso como si fueran sueño, mi cabeza se inunda de imágenes, de pensamientos, de ideas, de imposibles, de aleluyas, de euforias, de fracasos, de sueños frustrados. Cuando duermo, sueño. Miles de imágenes nada más plegar mis párpados. Y el corazón se acelera, y el pulso me tiembla y yo sueño y me despierto para no soñar hasta que el sueño me puede y toda la noche son miles de sueños de los que agitado me levanto para volver a caer en el mismo sueño.

Y a veces, tengo la suerte de no recordar lo que sueño. Y otras, siguen apareciendo, al día siguiente, esos sueños en los que nadie lleva mascarilla y por eso sé que no son verdad pero no dejo de vivirlos como otra realidad que no me permite descansar ni cuando duermo ni cuando no sueño.

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