Llevo un par de semanas malas pero también han crecido fortalezas, pequeños muros estables sobres los que construir mis escombros.
Me apetece hacer cosas, ojalá encuentro el tiempo y las ganas cada día. Vislumbro soluciones que no sé si llegarán a materializarse pero que son factibles, hay proyectos que no son utopía ni locura, afronto mis problemas con más diálogo y entereza, aunque me duela, aunque me cueste parte de la salud. Escondo mi ira o la controlo, hallo mecanismos e islas de paciencia, raciocinio lo que no tiene razón de ser y así domino lo que mi mente elucubra.
Me siguen faltando fuerzas para todo el convencimiento que tengo sea capaz de plasmarlo, para pedir el último soplo de ayuda, para atreverme a salir ahí fuera. Me sigue sobrando tristeza y exigencia, ansiedad y temblores, pesadillas y dolores. Me sigues faltando tú, pero no es culpa tuya. Aprenderemos y saldremos de esta.
Anoche fue una mala noche, pero a la madrugada le persigue un sol de voluntad y esperanza.
Espero no desesperarme porque el cansancio empieza a ser insorportable.
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